El pasado jueves 11 de octubre unos activistas estuvieron repartiendo unas hojas informativas a las puertas del establecimiento que MERCADONA tiene en el Camino Viejo de Leganés 56 de Carabanchel (Madrid).
En dichas hojas se invitaba a dejar de comprar en los establecimientos de esta marca comercial, hasta tanto no retire la denuncia que mantiene contra los jornaleros andaluces que protagonizaron una acción simbólica y reivindicativa en una de sus tiendas en agosto pasado. Y se solicita también que, en lugar de destruir los productos cuando van a caducar, los done a familias necesitadas o comedores sociales.
Cuando llevaban estos activistas unos 40 minutos repartiendo las hojas, siempre sin obstaculizar la entrada o salida del establecimiento, se presentó un coche patrulla de la Policía Nacional, cuyos dos componentes pasaron a charlar con los encargados del establecimiento que, al parecer, les habían llamado. Al cabo de un buen rato, se dirigieron a quienes estaban repartiendo las hojas invitándoles a que se apartaran unos metros, porque si no “los tendrían que identificar” ya que la empresa quería presentar una denuncia. En todo caso admitían no apreciar delito alguno en el reparto que estaban realizando. Tras una breve conversación, los activistas anunciaron que no tenían previsto estar más allá de 10 minutos más, lo que fue aceptado por los agentes que, tras informar a los encargados se retiraron de la zona.
Una vez finalizado el reparto, los activistas abandonaron la puerta del establecimiento y se fueron a un local alejado (más de 300 metros) de la tienda de MERCADONA. Al parecer fueron seguidos por algún policía secreta, pues cual fue su asombro cuando, unos 20 minutos después, apareció junto al bar el mismo coche patrulla con los mismos agentes, que les solicitaron la identificación, porque habían recibido órdenes de sus superiores para que efectuasen dicha identificación. Dichos agentes reconocían no entender las razones por las cuales les habían obligado a presentarse de nuevo, cuando para ellos la incidencia estaba cerrada.
Mientras esto se producía en el interior del bar en que estaban, una dotación de antidisturbios se presentaba en la puerta del MERCADONA hasta el cierre del centro comercial.
Por lo visto, la empresa MERCADONA, que se ha labrado una fama de progresista y defensora de los derechos laborales (ambas cosas radicalmente falsas), tiene amplios poderes sobre los aparatos del estado, generando un despliegue policial contra el ejercicio de una actividad totalmente legal, como es el reparto de información política y social.