jueves, 21 de febrero de 2013

MAREA ROJINEGRA 23F- YO VOY



Ven con nuestra marea: Cada marea ciudadana usa un color diferente, dependiendo del sector de producción al que pertenezca. Nosotros pertenecemos a todos los sectores y usamos y usaremos nuestros colores de siempre: el Rojo y el Negro, los que más temor infunden al Capital y al Estado desde hace más de 100 años.


El Rojo: Color del sindicalismo revolucionario, enemigo histórico y constante del capitalismo y la burguesía acomodada que no duda en pedir auxilio -tras su careta demócrata- al fascismo militarista cuando ve en peligro sus intereses de clase. El color rojo ha sido secuestrado por los traidores socialdemócratas, pero nosotros lo reivindicamos como propio de la izquierda revolucionaria.

El Negro: Al igual que la antigua bandera de los piratas apátridas, manifiesta la independencia de todos los poderes instituidos por las clases dominantes, entre los que se incluyen el económico-financiero (banca privada, nacional o global, y pública al servicio de intereses privados -BCE-) y el político (Estados y Gobiernos) Estos son los culpables de la situación actual de la clase obrera, a la que quieren devolver a la esclavitud salarial y de derechos sufrida a finales del siglo XIX y principios del XX.

Sólo el Rojo y el Negro juntos se enfrentan a la explotación brutal de estos dos poderes. Sólo el anarcosindicalismo promueve una nueva forma de organización social desde abajo, a través de asambleas, secciones, sindicatos, federaciones y confederaciones;  todos ellos funcionando de forma autogestionaria y autónoma, sin jefes ni dirigentes que nos acaben traicionando a cambio de un trozo de poder.
Nosotros y nosotras podemos hacer funcionar las Escuelas, los Hospitales, los Servicios Sociales, los Municipios, las Fábricas, los Almacenes, la Agricultura... ...¡todo! Podemos hacer que todo funcione perfectamente porque ya lo hacemos todos los días. Sólo nos resta que nadie nos robe el beneficio de nuestro trabajo.
¡UNIÓN, ACCIÓN, AUTOGESTIÓN!
LA ROJA Y NEGRA
MÁS QUE UNA MAREA, UN TSUNAMI