miércoles, 1 de febrero de 2012

James Scott: Los movimientos autónomos causan miedo a los movimientos sociales formales y al Estado



James Scott: Los movimientos autónomos causan miedo a los movimientos sociales formales y al Estado

“Los grandes cambios radicales no han sucedido como producto de una legislación o elecciones; han sucedido en las calles, en levantamientos que amenazan con salirse de control”.

Entrevista de Marina Demetriadou, Atzélbi Hernández e Isabel Sanginés - Desinformémonos



Ciudad de México. James Scott es profesor de Ciencias Políticas y Antropología en la Universidad de Yale y director de estudios agrarios en la misma institución.

Su trabajo se ha centrado en la manera que la gente de abajo se opone a la dominación. En diversos libros como “Economía moral del campesino: subsistencia y rebelión en Asia suroriental” “Armas del débil: formas diarias de resistencia campesina” y “Los dominados y el arte de la resistencia”, Scott teoriza sobre la manera en que el pueblo resiste a la autoridad y trata de describir las interacciones entre dominados y opresores.

En la siguiente entrevista con Desinformémonos, el investigador y antropólogo habla sobre la forma en que las experiencias autónomas pueden funcionar alejadas del Estado y sobre el impacto que pueden tener a mediano y largo plazo los movimientos sociales que surgen espontáneamente y que no tienen jerarquía.

¿Cómo los movimientos y experiencias autónomas pueden ocupar espacios del Estado- nación?

Históricamente los movimientos sociales han pedido cosas concretas al Estado. Empiezan con la idea de que el Estado es algo dado.

Los movimientos autónomos deben ver cómo hacer para crear espacios autogestionados, como centros sociales de capacitación y de educación, que no sean una imitación del Estado. Y esto incluye también a las ocupaciones.

Un movimiento autónomo debe crear lo más posible, dentro de un espacio que esté fuera del Estado para poder crear algo distinto. Esto no es fácil, pero sólo pedir cosas al Estado, de acuerdo con sus leyes y sus reglas, no es estar creando autonomía.

La mayoría de los movimientos sociales en la historia han creado estructuras que son parecidas al Estado, son jerárquicas. Tienen un nombre, una organización, eligen representantes y copian la estructura del Estado. Son pequeños Estados.

Hablando de mi propio país, los Estados Unidos, creo que cada movimiento progresivo y radical que ha tenido éxito, ha sido producto de irrupciones masivas, no organizadas, que no llegan de los movimientos sociales existentes. Como los movimientos por los derechos civiles y por el voto de las mujeres que surgieron de manera espontánea, fuera de movimientos sociales organizados.

Estos movimientos radicales no tienen jerarquía, así que el Estado no tiene con quién hablar (negociar). No hay liderazgos. Son movimientos populares sin estructura jerárquica, así que no los pueden cooptar.

La paradoja de la democracia es que – supuestamente – debe crear un sistema para hacer posibles cambios sociales a gran escala, sin violencia y sin irrupciones, mediante un proceso legal en el que se eligen personas; pero el hecho es que los grandes cambios radicales no han sucedido como producto de una legislación o elecciones, sino que han sucedido en las calles, en levantamientos que amenazan con salirse de control y en los que las élites estaban asustadas, aterrorizadas y tomaron cartas en el asunto rápidamente para poder apagar la revuelta.

¿Qué experiencias organizativas comunitarias han logrado hacer cambios alternativos y radicales alejados de la estructura de Estado?

El autor uruguayo Raúl Zibechi habla de muchos ejemplos de movimientos autónomos en América Latina que, de acuerdo con él, han logrado organizarse alternativamente; Zibechi habla de comunidades de base que han construido interrelaciones con otras comunidades y que después pueden movilizarse juntas en movimientos sociales más grandes.

Otro ejemplo se ha dado en Estados Unidos. Se trata de Occupy Wall Street, un movimiento espontáneo, que empezó con 200 ó 300 personas, y luego mucha gente de Cleveland, San Francisco y muchas ciudades más comenzaron a imitarlos; ésta es la clase de cosas que nadie podía haber predicho, nadie puede organizar estas revueltas, pero cuando suceden se debe saber tomar ventaja de la situación. Estas cosas nacen de forma espontáneas y nadie de nosotros sabe qué forma tomarán; pero después, el rol de los movimientos sociales deberá ser ayudar a estas ocupaciones espontáneas a logar un calendario.

El hecho es que aunque haya capacidad para la movilización autónoma local y ésta sea el punto central de las resistencias, no importa tanto hasta qué punto estos grupos logren o no sus objetivos inmediatas, pues lo realmente importante es que están creando redes que son un muy valioso recurso para la movilización popular.

Si surgen ocupaciones espontáneas, hay que aprovechar la capacidad de los movimientos autónomos locales de crear redes sociales.

¿Qué impacto pueden tener en el largo plazo los movimientos espontáneos que no tienen organización, ni planeación, y que no se acercan al Estado ni lo golpean directamente?

Los movimientos sociales organizados y jerarquizados, la mayoría de los que conocemos, fueron creados por la base del levantamiento popular, pero estas organizaciones no crearon nada por sí mismas en términos de cambios en el Estado; sin embargo, todos los movimientos sociales formales, que son pequeños Estados, están aterrorizados también por las revueltas de los de abajo, así que si quieres cambiar un movimiento, hay que amenazarlo desde abajo, desde los movimientos espontáneos. Los movimientos autónomos causan mucho miedo a los movimientos sociales formales y al Estado.